Los continuos progresos tecnológicos están facilitando la elaboración de sistemas electrónicos cada vez más reducidos y a menor coste. Si bien a principio de la década de los sesenta se fabricaban circuitos con menos de 100 componentes por chip, en la década de los setenta comenzó la denominada integración a escala muy grande con más de 10.000 componentes por chip, para llegar en la actualidad a la integración de varios millones.
Lo anterior se traslada al plano real en forma de dispositivos electrónicos más reducidos, potentes y baratos, de tal forma que el acceso a este tipo de tecnología no está circunscrito a un segmento concreto de la población como sucedía en décadas atrás cuando el consumo tecnológico se restringía a las clases pudientes, sino que hoy día se trata de un mercado asequible prácticamente por cualquier individuo.
Se trata de un sector en continuo avance que, junto con las tecnologías de la información y comunicación, invitan a pronosticar profundos cambios en el medio y largo plazo. En este sentido, uno de los fenómenos en boga durante los últimos años es el que se ha venido a denominar como “Internet de las cosas”, cuya premisa básica es la interconexión digital de objetos cotidianos.