En 1808, un evento cambió profundamente
Nuestra historia: la familia real deja Portugal y viene a vivir a Brasil en ese momento
solo una colonia. Pero había una razón muy poderosa para eso… A principios del siglo XIX, el emperador francés
Napoleón Bonaparte quiere dominar Europa. Inglaterra resiste, y exige que otros
países bloqueen el comercio con los británicos. Portugal no sabe qué hacer: romper
con Inglaterra, pierde a su mayor socio y quiebra. Si no se rompe, es invadida por los franceses. Ante la duda, el príncipe-regente Dom João
VI prefiere no jugarse el pellejo: pone toda su tajada en unos barcos y se va
a Brasil. La familia real es un buen ejemplo: la propietaria
Mary, la matriarca, era conocida como la Reina Loca y tenía alucinaciones en público.
Carlota Joaquina, esposa de la fachada de Dom
Juan VI, no era precisamente sinónimo de belleza. Mujer independiente y hábil política,
conspiró frecuentemente contra su marido para hacerse con el trono. Río de Janeiro recibe a la realeza con una fiesta,
pero los recién llegados enfrentan problemas para adaptarse a una ciudad precaria,
sin estructura urbana. Es por ello que un buen número de personas son desalojadas
de sus viviendas, que ahora albergan a los casi doce mil miembros del séquito real. Se crean miles de empleos públicos
para apoyar a todas estas personas, y la política de favorecimiento se convierte en una práctica, con el
tradicional ritual del beso de manos de Dom Juan VI.
Brasil abre los puertos a Inglaterra,
que a su vez abre las arcas a Brasil, alimentando nuestra eterna deuda externa. Pero el dinero en circulación también trae
mejoras para el país, que con el tiempo deja de ser una colonia para convertirse en
un reino. Río de Janeiro gana el aire de una ciudad maravillosa,
con saneamiento, aceras y edificios modernos. El comercio y la industria se desarrollan,
el ejército y la marina se equipan y la educación y la cultura florecen, con la
creación de escuelas, teatros y bibliotecas públicas. Misiones extranjeras visitan Brasil y
aquí se trasladan artistas de renombre. Con la derrota de Napoleón, las cosas se calman
en Portugal. Dom João VI es llamado de regreso, pero deja aquí a
su hijo Dom Pedro I.
En 1822, Brasil se independizó de
Portugal, pero sigue dependiendo de los empréstitos de Inglaterra, del sistema esclavista y de los
senhores de engenho Y el poder Legislativo finalmente llega a
nuestras tierras: la Cámara de Diputados y el Senado son creados por la primera Constitución
brasileña, promulgada en 1824. Redactada inicialmente por una
Constituyente, tiene una curiosa historia: el texto final no gustó al emperador Don
Pedro I, quien, ultrajado, puso fin a la Asamblea, arrestó y deportó a algunos Diputados y mandó
escribir otra carta, inventando una moda que sería imitada pocas veces en nuestra historia..