Es probable que recuerdes a Pi como ese número
que sirve para calcular el perímetro y el área de un círculo. Y eso es verdad, pero no es toda la verdad. Tal como aprendemos de chicos, Pi es el resultado
de dividir la longitud de una circunferencia entre la longitud de su diámetro. Lo increíble es que no importa cuán grande
o pequeño sea el círculo, la división siempre da el mismo resultado: 3,141592653589… Los números después de la coma nunca terminan. Y no solo eso: los matemáticos están casi seguros de que esta secuencia de números decimales jamás se repite, o sea, nunca adopta
un patrón. Eso quiere decir que Pi contiene todas las
combinaciones de números posibles. Por ejemplo, el famoso matemático suizo Leonhard
Euler, que de hecho fue quien popularizó el uso de la letra griega como símbolo para
Pi, nació el 15 de abril de 1707. La sucesión de números que conforman su
fecha de cumpleaños aparece por primera vez dentro de esa enorme cadena de números en
el puesto decimal 63.865.938. Pero en verdad, si después de la coma, Pi
sigue y sigue de forma infinita, entonces es posible encontrar allí la fecha de cumpleaños
de todas las personas que han habitado la Tierra a lo largo de la historia y de todas
aquellas que algún día la van a habitar.
Los primeros registros de Pi datan de textos
de la antigua Babilonia de hace unos 4.000 años atrás. Desde entonces, la humanidad le ha ido sumando
dígitos de precisión a esta constante que, en un principio, se creía que equivalía a 3. Hoy en día, con la ayuda de computadoras,
se han podido calcular más de 31 billones de dígitos. El récord es de Emma Haruka, una ingeniera de software de Google que, según el Guinness,
logró la cifra más exacta de Pi exactamente el 14 de marzo de 2019. Es que ese es el Día Nacional de Pi en Estados
Unidos, país donde escriben primero el mes y después el día. Entonces, la fecha de la celebración juega
con la unidad y sus dos primeros decimales. Incluso hay quienes festejan el Día de Pi
a la hora 1:59, para sumarle otros tres decimales de precisión. Pero el fanatismo por Pi no se limita a un
día al año. Existen competencias para ver quién sabe
más decimales de Pi de memoria. Actualmente el récord Guinness lo tiene Rajveer
Meena, de India, quien en 2015 pasó 10 horas recitando sin equivocarse los primeros 70.000
números.
En concreto, Pi sirve para hacer una enorme
cantidad de cálculos que involucran círculos, por ejemplo, para hallar el volumen de una
lata de refresco. Pero claro, esa es una aplicación que uno
puede intuir. Lo verdaderamente sorprendente es que esta
constante se usa en una enorme variedad de disciplinas, como la física, ingeniería,
bioquímica, meteorología y estadística. Así es posible encontrar a Pi en la estructura
doble hélice del ADN y en las ecuaciones de campo de la teoría de la relatividad general
de Albert Einstein (quien, por cierto, cumple años en el Día de Pi). Sirve para construir un reloj de péndulo
al calcular el tiempo que le toma oscilar de un lado a otro y para permitir el funcionamiento
del GPS, tanto el normal del celular como el espacial de la NASA. Ahora bien, para este GPS espacial de alta precisión, la NASA usa tan solo 15 decimales de Pi. Y eso no es todo. Si quisiéramos calcular la circunferencia
de un círculo cuyo radio fuese del tamaño de todo el universo observable y nos propusiéramos
hacerlo con un grado de precisión equivalente a un átomo de hidrógeno, solamente precisaríamos
unos 40 dígitos de Pi.
Entonces, ¿por qué hay gente memorizando
decenas de miles de sus decimales o computadoras que calculan billones? Bueno, algunos lo hacen porque creen que es
un ejercicio divertido; otros porque lo que hoy puede parecer inútil, mañana quizás
tenga una aplicación práctica impensable o sea el disparador de nuevas teorías o ecuaciones. Pero, hay quienes incluso piensan que si tan
solo pudiésemos encontrar algún patrón en Pi, el que sea, entonces la humanidad logrará
dar un enorme paso en su comprensión del universo..