El Señor de los Cielos 8 | Capítulo 24: Todopoderoso | Telemundo

– ¿Y la Rutila dónde está? – No sé. Yo no soy su papá pa estar
pendiente de ella a toda hora. – Bájale, Javier.
A mí no me hables en ese tono. – Mira, todas las familias
tienen algo en común, pero es que la mía… – Si es por lo que pasó
entre Diana y yo, Ruth, lamento mucho haber complicado
las cosas, de verdad. – No tiene nada que ver con eso.
Ustedes son adultos, y si decidieron mezclar
trabajo y placer, ¿por qué no mejor mantenemos
tu propuesta? Lo que pasa entre ustedes,
solo los involucra a ustedes. – El Greñas está mandando
un mensaje que mandó la Cori. – ¿Ah, sí?
¿Qué pasó? – Que la DEA acordó agarrar a la
prima y llevársela de ahí mismo a Miami. – ¡Qué bueno
que te encuentro, Mecha! – ¿Qué pasó? – Hay unas mujeres
que necesitan nuestra ayuda.

– ¿Por qué?
¿Qué les pasó? – Las usaban los Emes. – No estoy tranquila. Sé que te voy a cambiar
tus planes, pero yo… si me voy a entregar a la DEA, tengo que hablar
con mi hermana primero. Tengo que verla.
Si no, pues, no le entro. – A mí lo único que me importa
es que capturen a esa maldita delincuente y
se la lleven muy lejos de aquí. Eso es todo.
Es muy fácil. ¿Qué onda? Ya era para que estuviera
con ustedes, ¿no? – A ver, ¿alguien me puede decir
qué ——- está pasando? – Pues, me voy a entregar
a la DEA. – ¿Qué?
– Diana Ahumada. Quedas detenida por tráfico
de sustancias ilegales. – Con esto y con los cargos
que traes a cuestas, seguro te procesan en Miami. – ¿Cómo que en Miami? Nosotros acordamos que me iban
a procesar aquí en México, no en Estados Unidos. – No, no, no, no,
yo no voy a ningún lado. Esto es un secuestro
y tengo derecho a un abogado. ¿Cómo la ven? – Vamos, Diana. – No me voy a ir a ninguna
parte, ——– madre.

– Vamos. – ¿Qué hubo? – Mejor vete
en la otra camioneta. [♪♪♪] [Timbra] [Suena el celular] – Dígamelo. – Ya tenemos al objetivo,
para su información. Estamos a punto
de sacarla del país. – Pues, felicidades, Manzano. Pero, justamente,
antes de hacer la extracción, he pensado que tendría
que hablar directamente con la detenida por el… – Es un alijo de coca, Alfaro. No se va a poder retratar
con una tonelada de droga. Es más,
con lo que le encontramos, usted mismo la soltaría
en un mes.

A nosotros nos tiene
que responder por otros cargos. – ¿Sabe qué, Manzano? Mándeme su ubicación y yo
juzgo la situación, ¿le parece? – No me friegue, Alfaro.
Estamos por extraerla del país. – Puedo prohibir el despegue
de cualquier vuelo, sea oficial o no. Mándeme la ubicación,
llego a hablar con sus hombres y ya está. Nada más tengo que hablarle al
gobernador y me lanzo para allá. – ¡Maldición! – Oigan, sí saben que esto que
están haciendo es ilegal, ¿no? A mí no me pueden sacar
de mi país. – Ahumada, esto es un hecho. Es más, tú ve pensando
qué vas a hacer con tu tiempo todos esos años
que estés en prisión. [Suena el celular] ¿Qué pasó, Manzano? ¿Eso dijo? Está bien,
esperamos la autorización. – ¿Qué dijo? – El imbécil de Alfaro faltó
a su acuerdo con Manzano y con el gobernador. Quiere ver a la detenida
antes de que nos la llevemos. Supongo que quiere demostrarle
a la prensa que no es un inútil y que sí está haciendo algo.

– Pues, ya vamos a ver
qué dice la prensa. – Karla, nada, que estoy
en un operativo, pero quería
que me confirmaras algo. – Sí, claro, dime. – ¿Alfaro te ha llamado, digo,
por algo en específico? – No, afortunadamente no. Pero supe por ahí
que tu presidente le dio su buen jalón de orejas. – ¡Hum! Ya.
Es eso. Quiere ganar puntos
con el presidente. – Bernardo, ¿me puedes explicar
qué está pasando? – Nada, que Alfaro
quiere llevarse los méritos de un operativo,
pero luego te explico, ¿va? – Pero me cuentas. – Bueno. ¿Qué hacemos? – No queda de otra más
que hacer lo que dice Manzano. Vas al aeropuerto, esperamos
autorización y despegamos. – No, es que te juro
que no puedo creer lo que me estás preguntando. ¿En serio crees
que yo voy a saber eso? ¿Para qué ——
les estoy pagando tanto, eh? ¡Resuelvan ustedes, ——–! Alfaro, ¿cómo estás? – ¿Qué pasó, mi gober? – Muy bien, todo bien.

Oye, a ver, nada más quería
saber si sí quedó claro que yo lo que quiero
es que esa delincuente se quede con los gringos.
Está claro, ¿no? – Sí, sí, no se preocupe.
Les dije que me esperaran. Los gringos no van a hacer lo que quieran aquí
en mi país, gober. – A ver, ¿qué es lo que tengo
que hacer para que eso suceda? – ¡Uy!, ¿me está sobornando? Porque sonó a eso.
No me tiente, Satanás. – Sí, es un soborno, ¿cómo ves? Yo lo único que necesito
es que esa mujer delincuente se suba a ese avión,
¿me entiendes? Y ya. Aurelio: ¿Qué pasó, mijo? – Pues, la cosa está así, jefe. Los batos que la van siguiendo
dicen que va directito al aeropuerto. Ya me eché un mensaje
a la Corina. Se me hace que vamos a tener
que confiar en el plan B.

– A ver, no estoy pintada,
Ismael. ¿Me puedes decir
cuál es el plan B? Porque estás hablando
de mi hermana. – A ver, mira, mija, el plan B es que tenemos
que hacer un desmadre para rescatar
a tu hermana de los gringos, y tú eres parte de ese plan B.
Nos vas a ayudar. – No, no, yo tampoco sé
si quiero relacionarme con ustedes otra vez. Pero tampoco quiero que le pase
nada a la Diana, ¿sí? Quiero pensar
que ya lo tienes bajo control. – Sí, sí,
pero después platicamos, ¿no? Ahorita te me callas. – No, no, papi,
a ver, esta tiene su nombre. Me llamo Berenice.
Mucho gusto, tío. – Mucho gusto, Berenice. Pero te dije
que te callaras, sobrina.

– Heredaste lo patán, ¿no? – Híjole, mi gobe,
pues no sé qué puede ofrecerme, porque soy un hombre satisfecho.
Tengo todo lo que necesito. – Sí estás entendiendo,
¿verdad, Alfaro? O sea, sí entiendes que voy a ser el próximo
presidente de México, ¿no? – Hum. – Digo, me imagino
que tú quieres conservar ese puestazo que tienes
un sexenio más. Seis años, ¿no? – Ahora nos vamos entendiendo,
mi gober, ¿eh? Pero esa propuesta
la voy a necesitar por escrito, porque las palabras
se las lleva el viento, y el día de hoy…
o la güerita se queda.

– Cuente con ello.
– Hum. – Se lo voy a mandar escaneado
al celular, ¿cómo ve? Ahora, lo que necesito
en este momento, es que te vayas al aeropuerto
y que en cuanto la tengan me avisen que esa delincuente
cada vez está más lejos de aquí. – No se preocupe, mi gober. Un placer hacer negocios
con usted. – Un placer. – Ándele.
Vamos, Zuk. ¿Ves? Te dije que era buena idea
venir a Cancún. Tenemos trabajo pa rato. Fernando: Muchas gracias. Rutila: Gracias. Fernando: ¿Y?
¿Contenta? Rutila: Más que nada,
impresionada. No es lo mismo leer
acerca de farmacéuticas, que ver
lo que tienes montado aquí. – Lo más importante es que
hayas podido ver personalmente y te hagas una idea de la
magnitud de las inversiones que podemos hacer aquí
para el bien de todos. – Algo bueno y limpio
con el dinero sucio del narco. Eso es lo que quieres decir. – Se necesita mucho dinero para
impulsar las investigaciones. La cura del cáncer
lleva los ensayos, las pruebas clínicas en humanos, la observación
de los efectos secundarios. – Sabía que no me
había equivocado contigo cuando te busqué la primera vez.

Es verdad,
la industria farmacéutica necesita una inversión enorme. – Pero es ganar, ganar. ¿Qué hacemos? ¿Lo celebramos?
¿Vamos a comer? Déjame hacer
una llamada al gobernador a ver si podemos cenar con él
y su esposa esta noche. ¿Te parece? – No sé si me puedo unir
a ese plan. Déjame hacer una llamada
y ahorita te confirmo. [Sollozos] – ¿Qué tienes?
¿Qué pasó? – No sé, llegaron y…
y me agarraron. – ¿Qué pasó con el doctor?
¿Dónde está el doctor? ¿Qué pasó?
¿Por qué te hicieron esto? – Suéltame.
¡Suéltame! – ¿Dónde ———
está mi esposa, ——-? – Suéltame. – ¿Dónde está mi esposa? – Apuntaron un teléfono
en el mío. – ¿Este? – Esto es más contigo
que conmigo, Rosales, ¿eh? Se llevaron a su esposa. – Desbloquea esto.
– Ten. [Timbra] – Hasta que por fin
nos hablamos, compa. – ¿Quién habla?
¿Dónde está mi esposa? Por favor, no le hagan daño.
Por favor, se los pido.

– Cállate el hocico, ——. ¿Sabes quién te está hablando? Aurelio Casillas.
¿Cómo la béisbol? – Aurelio Casillas.
¿El… el Señor de los Cielos? – Ese mero. Y más te vale que le llames
al secretario de Inseguridad, el tal Alfaro. Dile que no deje despegar
ese —— avión. – ¿De qué avión estás hablando? – ¡Ah!
No te hagas ——-. Sabes muy bien de lo que te
estoy hablando, ——. A ver, mijita,
explícale a este ——- para que agarre la onda. – Berenice. – Berenice, pues,
explícale a ese ——- de lo que estoy hablando. – Amor, estoy bien, pero haz
lo que mi tío te diga, ¿ok? – A ver, recupera a tu cuñada. Resulta que el gobierno mexicano
decidió procesarla aquí. ¿Cómo la ves?
Eso les vas a decir. Ese avión no puede salir
con Diana, ¿me escuchaste? – A ver, eso ya no está
en mis manos, Aurelio.

Ese avión ya está del otro lado,
¿me entiendes? – Espérate, imbécil,
el avión no ha salido. ¿Qué crees?
Los tenemos vigilados a todos. Sobre todo a ti, idiota,
así que haz lo que te digo o no vuelves a ver a Berenice. Y, de paso, te despides de tu ——
carrerita de política, porque vas a tener que renunciar
a la gubernatura, a Los Pinos, y hasta a tu —— vida,
idiota. No mames, güey. – Casillas. [Tono] Ey, Casi…
¡—- madre! – Istúriz, llévate a la pariente
y regresa por nosotros. – Oye, nada más un favor. ¿Puedes dejar de hablar como
si no estuviera aquí, porfa? O sea,
¿lo que yo quiero no importa? – Pues, ahorita no.

Piensa en tu hermana,
porque las cosas se pueden poner
de color hormiga. Arre. – A tomar posiciones. Skinny: Vamos, jomi.
[Suena el celular] – Ahí se vienen
los ——– de la DEA, jomi. Como que se están tardando mucho
en subir a la Dianita, ¿no? – Eso es lo que no vamos
a permitir, que la suban. [Suena el celular] – ¿Qué pasó, Ruti? Aquí estamos
un poquito ocupaditos. Estamos en lo de Diana, morra. – ¿Estás con el Javi? Pregúntale que por qué
no me contesta. Lo estoy llame y llame. Que ya se deje comportar
como un niño, ¿no? – Esos son sus pedos, Ruti.
Ve en lo que estamos, ——–. – Está bueno.
Entonces contéstame tú.

Estoy con Fernando y quiere
que nos reunamos con Jaime. ¿Qué hago? – Isma, la están subiendo, jomi. – ¿Sabes qué, Ruti? Están a punto de subir
a la Dianita en un avión para extraditarla,
así es que déjalo. Pienso y te hablo, morra. – Atención. Ahí está
el secretario Seguridad, Alfaro, y está con Dalila,
la amiga de Amado. A lo mejor vino a decirles a
los de la DEA que bajen a Diana. – Igual y nos conviene, bato. [Timbra] Jefe, ahí está el Alfaro.
Está recibiendo una llamada. – ¿Qué pasó, mi gober? – Dime que ella
está contigo, por favor. – Diana ya está en el avión. Estoy a punto de dar la orden
de despegue, como acordamos. – Perfecto. Oye, nomás que no estoy seguro
si quiero que te la lleves.

– No, mi gober,
indecisiones ahorita no. – No, no son indecisiones. Es solo que he estado pensando
un poco más las cosas y creo que no me conviene,
¿me entiendes? Me va a costar caro, pues. Dame un segundo.
Ahorita te marco. ¿Qué pasó? ¿Qué onda?
¡¿Qué onda?! ¿Por qué tienes esa cara, güey?
¿Dónde están mis guardaespaldas? Habla, ——. – ¿Qué húbole, Jaimito? [♪♪♪] ¿Por qué ——— no me dices
qué está haciendo el niño fresa? A mí se me hace
que los ——… los tienes de adorno… o eres bien ——-. ¿De verdad
eres tan así… ——- que quieres ponerte
en mi contra? [♪♪♪].

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