Versión completa: «Las pantallas perjudican la atención de los niños». Catherine L´Ecuyer

Mi nombre es Catherine L'Ecuyer.
Soy investigadora, divulgadora y autora de varios libros como:
Educar en el asombro y Educar en la realidad. Hola, soy Catherine. Encantada.
-Yo soy Mariano, ¿qué tal? Yo soy padre de un niño de pequeña edad
y quería hacerte algunas preguntas. Todos podemos comprobar
cómo los niños se quedan fascinados ante una televisión o una tablet. ¿Tú crees que debemos evitar
ese impulso? Bueno, primero hemos de saber
que esos dispositivos son altamente adictivos, porque introducen al niño
en un círculo de recompensa a través de la producción de la hormona
de la dopamina.

Lo que ocurre ante la pantalla en esas edades tempranas en las que aún no se tienen
todas esas cualidades desarrolladas como la templanza y la fortaleza, es fascinación. No es atención sostenida. La atención
es una actitud de descubrimiento, una actitud de apertura
ante la realidad. Es la actitud activa
del que formula preguntas, busca respuestas, está a la expectativa
de lo que se encuentra sin ningún filtro ni prejuicios. En cambio, la fascinación
es una actitud pasiva. Pasiva ante estímulos novedosos, frecuentes e intermitentes. Es la actitud de embotamiento,
podríamos decir, ¿no? Del que está todo el día
buscando sensaciones nuevas. La crisis educativa yo creo que es,
principalmente, una crisis de atención. ¿Cuáles son los efectos de exponerse
demasiado tiempo a una pantalla? ¿Cuáles son los efectos que genera? Pues los estudios citados por las principales
asociaciones pediátricas, asocian la exposición a la pantalla
en edades tempranas con: adicciones, inatención, disminución en el vocabulario,
impulsividad… entre otras cosas. Por ese motivo, en el 2017, la Asociación Pediátrica Canadiense
recomienda: antes de los dos años, cero pantalla.

Y de los dos a los cinco años,
menos de una hora al día. Y, añade, que han de ser contenidos,
como es lógico, que están adecuados a la edad del niño. No tanto a nivel de contenido
como del ritmo. Hemos de saber que esas recomendaciones
no son recomendaciones educativas, son recomendaciones de sanidad pública para la salud
neurológica de nuestros hijos. Y acaba su recomendación
con una frase importantísima que rompe
con muchos mitos muy difundidos, mitos tecnológicos, diciendo: ningún estudio apoya la introducción de las tecnologías en la infancia.

¿Pero qué le recomendarías a aquellos
padres que quieren dar marcha atrás, retroceder en el uso excesivo
de las pantallas pero no saben cómo hacerlo,
no pueden, no encuentran la forma? No es prohibir por prohibir, la idea es dar a nuestros hijos alternativas excelentes. La Academia Americana de Pediatría
lo dice claramente: los niños aprenden
de las interacciones con humanos, no con pantallas. Encontrarse con una mirada, conectar con ella. Hacer un agujero en el bosque para esconder
una piedra mágica, ¿no? Escuchar un secreto de un amigo
y guardarlo. Planificar la construcción
de un castillo con trozos de cartones, ¿no? Todas esas actividades que ayudan a desarrollar
pues esas funciones ejecutivas como la atención, la planificación,
la memoria de trabajo y que nos ayudan a desarrollar
esas virtudes como la fortaleza, la templanza… Que luego son cualidades que permitirán a esos niños usar las nuevas tecnologías
de forma responsable. Yo creo que sería un disparate afirmar que adelantar el uso
de las nuevas tecnologías, adelantar la edad de uso, fomenta el uso responsable
de las nuevas tecnologías.

¿Por qué? Pues es como decirle
a un niño pequeño que se tome un vasito de agua
de una boca de incendio y, además, sin que le salpique. Yo creo que la mejor preparación
para el mundo online es el mundo offline, el mundo real. -Hola Catherine, soy Ana.
-Encantada. Soy Catherine. -Hola, yo soy Lucía.
-Hola, ¿qué tal? ¿Vosotras pensáis que es posible
hacer dos cosas a la vez? Claro, creo que hay gente
que sí tiene esa capacidad.

Pero hay gente que no, desde luego. ¿Podemos caminar a la vez
que estamos pensando, por ejemplo? -Sí.
-Sí, ¿por qué? Sí porque eso está automatizado. Pero, ¿podemos, por ejemplo,
hacer varias actividades que requieren procesar información? Como, por ejemplo: escuchar una clase
tomando nota viendo el WhatsApp o mirando las redes… Yo creo que no. O sea, yo por lo menos soy incapaz.
Soy incapaz de concentrarme en lo que está diciendo el profesor,
o lo que sea y, a la vez, estar tomando apuntes
y con el móvil al lado, o sea, incapaz. Me parece que es algo
que puedes entrenar. O sea, por ejemplo, un médico
cuando está reanimando a una persona pues está realizando una maniobra,
evaluando al paciente, leyendo, escuchando lo que le dicen,
y todo esto mientras…

Va pensando
cuáles son los siguientes pasos porque, claro, ha entrenado para eso.
Entonces, sí que creo que se puede. ¿Y cuando hacemos varias cosas a la vez
que requieren procesar información ganamos en tiempo y en eficacia? Hombre, claro. Si haces dos cosas a la vez
creo que sí se gana en tiempo pero, yo creo que no es tiempo de calidad. Sí, igual más tiempo que eficacia
a lo mejor, o sea… Sí, eficacia no. Pues lo que los estudios dicen,
es que cuando acumulamos actividades que requieren procesar información, lo que estamos haciendo, en realidad,
no es hacerlas en paralelo, estamos oscilando. Estamos pasando de una actividad
a la otra. Por ejemplo, si tenemos: A, B y C. Pues, enfocamos a A, desenfocamos de A.

Enfocamos a C, desenfocamos de C. Y cuando estamos atendiendo A, tenemos B
y C en la memoria de trabajo. Y, claro, ante la avalancha
de información uno necesita un criterio de relevancia,
¿no? Para poder decidir:
"pues esto es lo relevante, lo atiendo. Y esto no lo es, no lo atiendo." ¿No? En la universidad de Stanford,
hace unos años, hicieron un estudio
en el que se preguntaron: si los que hacen multitarea tecnológica
oscilan mucho, usan mucho la memoria de trabajo
y usan mucho el criterio de relevancia, entonces deben ser muy buenos
en esas tres cosas, ¿no? Como dices tú.
-Sí.

Entonces,
¿en cuál de estos tres parámetros pensáis que los que hacen
multitarea tecnológica daban mejores resultados? ¿Oscilación, memoria de trabajo
o criterio de relevancia? Yo igual diría criterios de relevancia. Porque al final son capaces de ver
qué es importante y lo que no y quedarse solo con lo más relevante. No lo sé.
-Pues yo pienso que oscilación. Pues la respuesta es: en ninguno. Porque cuando estamos haciendo
muchas cosas a la vez la oscilación lleva
a la pérdida de eficacia. El colapso de la memoria de trabajo
lleva a más errores, a más superficialidad… Y, ¿sabéis lo más impactante
de este estudio? El director de ese experimento,
que es Clifford Nass, concluye diciendo: los que hacen multitarea tecnológica son enamorados de la irrelevancia. ¿Qué os parece?
-Pues sí. Acordaos: esto, las tabletas,
los móviles… Pues es un gran consumidor
de nuestra atención, ¿no? -Claro.
-Sí. Y cuando no llevamos
las riendas en su uso, entonces lleva
a un empobrecimiento de la atención. Sí. -Pues muchísimas gracias.
-Gracias. -Hola, Catherine.
-Hola, encantada.

-Soy Berta. Encantada, un placer.
-Igualmente. Soy directora de un colegio
y me gustaría hacerte alguna pregunta. ¿Crees que hay una crisis de autoridad
hoy en día? La autoridad se está perdiendo, creo, por el concepto erróneo que se ha tenido de ella
durante mucho tiempo, ¿no? Es verdad porque lo digo yo. No es un argumento válido porque la autoridad educativa
no es fuente de conocimiento de por sí. Dos más dos son cuatro, pero no porque lo diga yo,
son cuatro porque es verdad. El educador transmite conocimiento pero no genera verdades. Para tener autoridad verdadera
creo que un educador ha de saber soltar. Ha de saber, pues, perdonar. Ha de saber, también, pedir perdón. Los alumnos, los hijos,
han de ver que sus maestros, sus padres, no actúan motivados por el deseo de llevarse siempre la razón. ¿Por qué? Porque, de hecho,
nos podemos equivocar y seguir teniendo mucha autoridad.

¿Por qué? Porque el factor clave
de la autoridad no está en la perfección,
está en la confianza. De hecho,
no existen educadores perfectos, tan solo existen aquellos que,
escudándose detrás de la autoridad, pues fingen serlo. La idea es que los alumnos han de ver
que sus maestros, sus padres, están al servicio de su educación, no que los alumnos están al servicio del cumplimiento
de unas normas estrictas, ¿no? Hemos de preguntarnos por el sentido
y por la razonabilidad de las normas que imponemos en relación
con los fines que pretendemos conseguir. De hecho, en la educación, como pasa casi siempre, el problema ocurre
cuando mezclamos fines y medios. Claro. Hoy el rol del docente ha cambiado, los niños y las niñas tienen acceso
a la información en la tablet, tienen todo el conocimiento ahí, ¿eso no hace que se cuestionen
el concepto o la autoridad del docente? Tendemos, desde hace unos años,
a dar más importancia a las metodologías y a los dispositivos que a los contenidos y a los maestros. ¿Es acertado eso? La respuesta se encuentra en un estudio
realizado por McKenzie en el año 2011, en el que se analiza veinte
sistemas educativos en todo el mundo.

Es interesante porque el estudio explica cómo sistemas educativos
con gastos similares pueden llegar a tener
resultados distintos. Y, entonces,
el estudio concluye diciendo: la calidad de un sistema educativo nunca estará por encima
de la calidad de sus docentes. Porque el maestro
es la clave en el éxito de un sistema educativo. Porque el maestro es aquél que conoce
y ama su materia, es aquél que la transmite con pasión,
con afecto, con sensibilidad, con intuición… Cualidades que nunca tendrán
los dispositivos tecnológicos. ¿Qué opinas
de las nuevas pedagogías innovadoras: flipped classroom,
trabajo con las tablets en el aula, trabajo cooperativo,
la eliminación de las asignaturas…? Pues mira, habría que hablar
de cada uno en su contexto.

Pero creo que es importante
distinguir modas de propuestas valiosas. Es importante que nuestros hijos
tengan una educación basada en las evidencias, no en las modas
y tampoco en las ocurrencias, ¿no? La educación, hemos de acordarnos, que no es verdadera
porque es innovadora, sino que es innovadora
porque es verdadera. ¿Hay alguna forma de casar
la educación clásica con las nuevas pedagogías? Agustín de Hipona decía
hace muchos años: “Una vez los maestros
han explicado las disciplinas, entonces los alumnos juzgan en sí mismos
si han dicho cosas que son verdaderas”. Y acaba diciendo:
“Entonces es cuando aprenden”. Entonces vemos que esto de que el alumno es protagonista de su educación no es un invento
de las nuevas pedagogías, sin embargo, ellas nos lo recuerdan. Y nos ayudan a alejarnos
del conductismo, del mecanicismo que ha caracterizado una corriente
de la educación tradicional durante mucho tiempo. Que nos ha hecho ver al niño
como un ser pasivo, un ser programable al que vamos echando,
pues, conocimiento.

Pero ojo, porque esto de que los alumnos
son protagonistas de su educación no quiere decir que el alumno
se invente la realidad. Quiere decir que el alumno
descubre la realidad pero con la ayuda del maestro. Lo hace suyo. La realidad no se construye, se descubre. Entonces, esa interpretación, podríamos decir no ontológica
del constructivismo sí sería un punto de encuentro
entre la educación clásica y las nuevas pedagogías. Y creo que esto se ve muy bien reflejado
en los escritos de Maria Montessori, que reconcilia muy bien
la educación clásica con las nuevas pedagogías.

Cuando ella dice: “Nuestros hijos
no hacen todo lo que quieren, sino que quieren hacer
todo lo que hacen”. Bueno, pues, muchísimas gracias. Gracias a ti, Berta. Hasta luego.
-Ha sido un placer, Catherine..