Technology hasn’t changed love. Here’s why | Helen Fisher

Traductor: Sebastian Betti
Revisor: Lidia Cámara de la Fuente Hace poco de viaje por
las tierras altas de Nueva Guinea, estuve hablando con un hombre
que tenía tres esposas. Le pregunté: "¿Cuántas esposas
le gustaría tener?" Hizo una pausa larga y pensé para mí: "¿Va a decir cinco? ¿Va a decir 10? ¿Va a decir 25?" Y se inclinó hacia mí y susurró: "Ninguna". (Risas) El 86 % de las sociedades permiten
que un hombre tenga varias esposas: la poligamia. Pero en la gran mayoría
de estas culturas, solo un 5 % o un 10 % de los hombres
en realidad tienen varias esposas. Tener varias parejas
puede ser un dolor de muelas. De hecho, las coesposas
pueden pelearse entre sí, a veces incluso pueden envenenar
a los hijos de las otras.

Y hay que tener muchas vacas,
muchas cabras, mucho dinero, mucha tierra, para tener un harem. Somos una especie de vínculos de a pares. El 97 % de los mamíferos no forma
pareja para criar a su prole; los humanos sí. No estoy sugiriendo que no… que necesariamente seamos fieles
a nuestra pareja en el sexo. He observado adulterio en 42 culturas, entiendo, de hecho,
parte de su componente genética, y parte de su componente cerebral. Es muy común en todo el mundo, pero estamos hechos para amar. ¿Cómo la tecnología
está cambiando el amor? Diré que casi nada.

Yo estudio el cerebro. Junto a mis colegas hemos colocado a más
de 100 personas en un escáner cerebral… personas que acababan
de enamorarse felizmente, personas que acaban de ser
rechazadas en el amor y personas que hace mucho
que están enamoradas. Y es posible permanecer
"enamorados" mucho tiempo. Desde hace mucho tiempo mantengo que hemos evolucionado tres sistemas
cerebrales diferentes para el apareamiento y la reproducción: el deseo sexual, el sentimiento de amor romántico intenso y el sentimiento de unión cósmica
profunda a una pareja a largo plazo. Y juntos, estos tres sistemas cerebrales, con muchas otras partes del cerebro, orquestan nuestra vida sexual,
nuestra vida romántica y familiar. Pero se encuentran
muy por debajo de la corteza, muy por debajo del sistema límbico
en el que sentimos las emociones, donde generamos las emociones. Estas están en las partes más primitivas
del cerebro relacionadas con la energía, el enfoque, el anhelo, la motivación,
el deseo y el impulso.

En este caso, el deseo de ganar el premio
mayor de la vida: una pareja con la que aparearse. Evolucionaron en más de 4,4 millones
de años desde los primeros antepasados, y no cambiarán si uno se desplaza
a izquierda o a la derecha en Tinder. (Risas) (Aplausos) Sin dudas la tecnología está
cambiando la forma de cortejar: emails, mensajes, emojis para expresar emociones, sexting, poner "me gusta" a una foto, selfies… Estamos viendo nuevas reglas
y tabúes en la forma de cortejar. Pero, ya saben… ¿cambia esto radicalmente el amor? ¿Qué hay de los años 40, cuando se popularizó el automóvil y de repente tuvimos dormitorios rodantes? (Risas) ¿Qué hay de la introducción
de la píldora anticonceptiva? Desencadenada por la gran amenaza
del embarazo y la ruina social, las mujeres podían expresar finalmente
su sexualidad primitiva y primaria.

Incluso los sitios de citas
no están cambiando el amor. Soy la jefa científica de Match.com, lo soy desde hace 11 años. Sigo diciéndoles,
y ellos están de acuerdo, que estos no son sitios de citas, son sitios de presentación. Cuando te sientas en un bar, en un café, en un banco de parque, tu cerebro ancestral se pone en acción
como un gato dormido que despierta, y sonríes y ríes y escuchas y desfilas como lo hacían nuestros
ancestros hace 100 000 años. Podemos sugerirte muchas personas, todos los sitios de citas pueden, pero el único algoritmo real
es tu propio cerebro. La tecnología no va a cambiar eso. La tecnología no va a cambiar
a quién eliges amar. Estudio la biología de la personalidad, y he llegado a creer que hemos evolucionado cuatro estilos muy
amplios de pensamiento y comportamiento, vinculados con los sistemas
de dopamina, serotonina, testosterona y estrógeno. Así que creé un cuestionario
directamente de la neurología para medir el grado en que
expresamos los rasgos, la constelación de rasgos, vinculados con cada uno de estos
cuatro sistemas cerebrales.

Luego puse ese cuestionario en
diversos sitios de citas Match en 40 países. Catorce millones de personas o más
ya han cumplimentado el cuestionario, y he podido ver quién atrae
naturalmente a quién. Y resulta que, quienes expresan mucho
el sistema de la dopamina tienden a ser curiosos, creativos,
espontáneos, enérgicos… imagino que hay una gran cantidad
de gente así en esta sala. Se sienten atraídos por gente como ellos. Las personas creativas, curiosas
necesitan gente como ellos. Las personas que expresan mucho
el sistema de la serotonina tienden a ser tradicionales,
convencionales, siguen las reglas, respetan la autoridad, tienden a ser religiosos, la religiosidad
está en el sistema de la serotonina, y a los tradicionales
les atrae la gente tradicional. De ese modo, la similitud atrae. En los otros dos casos,
los opuestos se atraen. Las personas muy expresivas
del sistema de testosterona tienden a ser analíticas,
lógicas, directas, decisivas, y van por su contrario: por alguien con mucho estrógeno, alguien que tenga muy buenas
habilidades verbales y habilidades sociales, que tenga mucha intuición que los enriquezca y que
expresen sus emociones.

Tenemos patrones naturales
de elección de pareja. La tecnología moderna no va
a cambiar a quién elegimos amar. Pero la tecnología está produciendo
una tendencia moderna que me parece particularmente importante. Está relacionada con el concepto
de la paradoja de la elección. Durante millones de años vivimos en pequeños grupos
de caza y recolección. No existía la oportunidad de elegir entre 1000 personas en un sitio de citas.

De hecho, he estado
estudiando esto hace poco, y, de hecho, creo que hay una suerte
de punto dulce en el cerebro; no sé qué es, pero aparentemente,
a partir de muchos datos, podemos adoptar entre cinco y nueve
alternativas y tras eso, llegamos a lo que en la academia
se llama "sobrecarga cognitiva", y ya no elegimos nada. Así que he llegado a pensar que,
debido a esta sobrecarga cognitiva, estamos marcando el comienzo
de una nueva forma de cortejo que llamo, "amor lento". Llegué a esto durante
mi trabajo con Match.com. Cada año durante los últimos seis años, hemos hecho un estudio llamado
"Singles in America". No sondeamos la población de Match, sondeamos la población estadounidense. Sondeamos a más de 5000 personas, una muestra representativa
con base en el censo de EE. UU. Ya tenemos datos de más
de 30 000 personas, y cada año, veo los mismos patrones.

Cada año cuando pregunto, más del 50 % de las personas que
tuvieron un encuentro de una noche, no necesariamente el último año,
sino en sus vidas, el 50 % tuvo amistades con beneficios a lo largo de sus vidas, y más del 50 % ha vivido
con una persona mucho tiempo antes de casarse. Los estadounidenses piensan
que esto es imprudente. He dudado acerca de eso
durante mucho tiempo; los patrones son muy fuertes. Tiene que haber alguna
explicación darwiniana… no puede haber tanta gente loca. Y me topé con una estadística
que fue una revelación para mí. Era un artículo académico muy interesante en el que encontré que el 67 %
de gente soltera en EE.UU. hoy que viven hace mucho con alguien, aún no se han casado porque
les aterra el divorcio. Les aterra las consecuencias sociales, legales, emocionales y económicas del divorcio. Así que me di cuenta de que esto
no tiene que ver con la imprudencia; creo que precaución. La gente soltera quiere conocer
al detalle a su pareja antes de casarse. Se aprende mucho entre las sábanas, no solo cómo alguien hace el amor, sino si son amables, si saben escuchar y, a mi edad, si tienen buen sentido del humor.

(Risas) Y en una época de demasiadas opciones, tenemos poco temor
al embarazo y la enfermedad y no nos avergüenza el sexo
antes del casamiento, pienso que la gente se está
tomando tiempo para amar. Y en realidad, sucede que estamos viendo una expansión
de la etapa previa al compromiso antes de atar el nudo. El matrimonio solía ser
el comienzo de una relación, ahora es el final.

Pero el cerebro humano… (Risas) El cerebro humano siempre triunfa, y, de hecho, en EE.UU. hoy en día, el 86 % de los estadounidenses
se casará a los 49 años, e incluso en culturas de todo el mundo
donde no se casan con la misma frecuencia, se establecen con el tiempo
con una pareja a largo plazo. Y se me empezó a ocurrir: durante esta larga extensión de
la etapa previa al compromiso, si es posible deshacerse de las
malas relaciones antes de casarse, quizá veamos más matrimonios felices. Así que estudié 1100 personas
casadas en EE.UU., no en Match.com, por supuesto, y les hice muchas preguntas. Una de las preguntas era: "¿Volverías a casarte
con tu pareja actual?" Y el 81 % dijo: "Sí". De hecho, el cambio más grande en el
romance moderno y la vida familiar no es la tecnología. Ni siquiera el amor lento. En realidad es el aluvión de
mujeres en el mercado laboral en distintas culturas del mundo. Durante millones de años, nuestros antepasados vivieron en
pequeños grupos de caza y recolección.

Las mujeres recolectaban
frutas y verduras. Volvían a casa con 60 % a 80 %
de la comida de la noche. La familia de doble ingreso era la regla. Y las mujeres eran consideradas
económicamente, socialmente, y sexualmente, con tanto poder
como los hombres. Luego el entorno cambió
hace unos 10 000 años, comenzamos a asentarnos en granjas y tanto hombres como mujeres
nos vimos obligados, en realidad, a casarnos con la persona correcta, con los antecedentes correctos, con la religión correcta, con los parientes, conexiones
sociales y políticas correctos. Los empleos de los hombres
se volvieron más importantes: tenían que mover rocas,
talar árboles, arar la tierra. Llevaban los productos al
mercado local y volvían a casa con el equivalente en dinero.

Junto con esto, vemos un aumento de
una serie de creencias: la creencia de la virginidad
en el matrimonio, matrimonios arreglados,
matrimonios arreglados estrictamente, la creencia de que el hombre
es el jefe de la familia, de que el lugar de la mujer
está en el hogar y, lo más importante, honrarás a tu marido,
hasta que la muerte nos separe. Eso terminó. Está terminado, y en muchos lugares, ya terminó. Estamos ahora mismo en una
revolución del matrimonio. Estamos abandonando 10 000 años
de tradición agrícola y pasando a relaciones igualitarias
entre los sexos, algo que considero altamente compatible
con el espíritu humano ancestral. No soy optimista al extremo; hay mucho que lamentar. He estudiado el divorcio en 80 culturas. He estudiado, como digo,
el adulterio en muchas… hay muchísimos problemas. Como William Butler Yeates,
el poeta, dijo una vez: "El amor es retorcido".

Yo añadiría: "Nadie sale vivo". (Risas) Todos tenemos problemas. Pero, de hecho, creo que el poeta
Randall Jarrell lo resume mejor. Dijo: "El mundo agitado y oscuro
de la vida familiar… donde el más grande puede fallar,
y el más humilde tener éxito". Pero los dejaré con esto: el amor y el apego prevalecerán, la tecnología no puede cambiar eso. Y para terminar diré que cualquier comprensión de las relaciones
humanas debe tener en cuenta uno de los factores determinantes
más potentes de la conducta humana: el inextinguible, adaptable y primordial instinto humano de amar. Gracias. (Aplausos) Kelly Stoetzel: Muchas gracias
por eso, Helen. Como sabes, hay otra oradora aquí que trabaja en tu mismo campo. Lo hace desde una perspectiva diferente. Esther Perel es psicoterapeuta
que trabaja con parejas. Tú estudias datos, Esther estudia las historias
que le cuentan las parejas cuando llegan a ella en busca de ayuda.

Recibámosla en el escenario. ¿Esther? (Aplausos) Esther, cuando mirabas la charla de Helen, ¿hubo alguna parte que te llamara la atención
según tu propio trabajo que quisieras comentar? Esther Perel: Es interesante,
porque, por una parte, la necesidad de amor
es ubicua y universal. Pero la forma de amar, el significado que le damos, las reglas que rigen
nuestras relaciones, pienso, están cambiando radicalmente. Venimos de un modelo que, hasta ahora, estaba reglado principalmente
por el deber y la obligación, las necesidades del colectivo
y la lealtad. Y lo hemos desplazado a un modelo de libre elección,
de derechos individuales, de autorealización y felicidad. Y por eso, eso fue
lo primero que pensé, que la necesidad no cambia, pero el contexto y la forma
en que regulamos estas relaciones cambia mucho. Sobre la paradoja de la elección, sabes, por un lado,
nos encanta la novedad y poder jugar, creo, poder tener muchas opciones. Y al mismo tiempo, cuando hablas de esta
sobrecarga cognitiva, veo muchas, muchas personas que… temen la incertidumbre y la duda que conlleva esta masa de elección, que crea una especie de "FOMO" que nos lleva…

— FOMO es el miedo a perder
oportunidades, o el miedo a perder — uno dice "¿Cómo sé que
encontré a 'la persona', a la persona correcta?" Para ello hemos creado lo que
llamo esta "ambigüedad estable". Ambigüedad estable es cuando tienes
demasiado miedo a la soledad, pero tampoco quieres crear intimidad. Son unas tácticas que prolongan
la incertidumbre de una relación pero también la incertidumbre
de la ruptura. Así pues, aquí en Internet
están las tres más importantes. Una es la de cocer a fuego lento, una gran maniobra dilatoria que proporciona un compás de espera que pone de manifiesto la naturaleza
indefinida de una relación, pero al mismo tiempo aporta
una consistencia reconfortante y una libertad suficiente
a los límites definidos. (Risas) ¿Sí? Y luego viene el efecto fantasma. Este efecto consiste, básicamente, en desaparecer en esta masa
de textos silenciosamente, para no tener que lidiar con
el dolor que le infliges al otro, porque lo vuelves invisible
incluso para ti.

(Risas) ¿Sí? Estaba pensando… esto se me ocurría
mientras te escuchaba, cómo un vocabulario
también crea una realidad, y al mismo tiempo, esta es mi pregunta para ti: ¿Piensas que cuando cambia el contexto, todavía significa que la naturaleza
del amor sigue siendo la misma? Tú estudias el cerebro y yo estudio las
relaciones y las historias de la gente, y creo que es todo lo que dices, además. Pero no siempre conozco el grado
en el que un contexto cambiante… empieza en cierta forma a cambiar… Si cambia el significado,
¿cambia la necesidad, o es la necesidad clara
de todo el contexto? HF: ¡Guau! Bueno… (Risas) (Aplausos) Bueno, hay tres puntos aquí, ¿verdad? En primer lugar, al primer punto: no hay duda de que hemos cambiado,
ahora queremos una persona para amar, y durante miles de años, hemos tenido
que casarnos con la persona adecuada de la procedencia adecuada
y los vínculos correctos.

Y de hecho, en mis estudios
de 5000 personas cada año, les pregunto: "¿Qué estás buscando?" Y cada año, más del 97 % dice: EP: Y esto crece… HF: Bueno, no. Lo básico es que más
del 97 % de las personas quiere a alguien que los respete, a alguien en quien poder confiar, alguien que les haga reír, alguien que les dedique
el tiempo suficiente y alguien en quien encuentren
un atractivo físico. Eso nunca cambia. Y ciertamente, ya sabes,
hay dos partes… EP: ¿Sabes cómo le llamo a eso? Eso no es lo que la gente solía decir.

HF: Correcto. EP: Decían que querían a alguien
que los acompañara, que les diera apoyo económico, niños. Pasamos de una economía de producción
a una economía de servicios. (Risas) Lo hicimos en la cultura más amplia
y lo hacemos en el matrimonio. HF: Correcto, no hay duda de eso. Pero es interesante que los millennials
en realidad quieren ser buenos padres, mientras que la generación anterior
quiere tener un matrimonio bueno, pero no hace hincapié
en ser buenos padres.

Se ven estos matices. Hay dos partes básicas de la personalidad: está tu cultura — lo que aprendiste
a hacer, creer y decir — y está tu temperamento. Básicamente, he estado hablando
del temperamento. Y ese temperamento sin duda
cambiará con los tiempos cambiantes y con el cambio de creencias. Y en términos de la
paradoja de la elección, no hay dudas al respecto de
que se trata de una salmuera. Durante millones de años
estaba el chico dulce al otro lado del espejo de agua, y una iba a su encuentro. EP: Sí, pero tú… HF: Quiero decir algo más. La conclusión es que, en las
sociedades de caza y recolección, solían tener dos o tres parejas
en el curso de sus vidas. ¡No eran cuadrados! Y no estoy sugiriendo que lo seamos, pero la conclusión es que siempre
hemos tenido alternativas.

La humanidad siempre… de hecho, el cerebro está bien
construido para "equilibrar", para probar y decidir: ¿Vengo, me quedo? ¿Me voy, me quedo? ¿Cuáles son las oportunidades aquí? ¿Cómo manejo eso ahí? Y creo que estamos viendo
otro surgimiento de eso ahora. KS: Bueno, les agradezco a ambas. ¡Creo que van a tener un millón
de socios para la cena esta noche! (Aplausos) Gracias, gracias..