«Las emociones son las guardianas del aprendizaje». Begoña Ibarrola, psicóloga y escritora

Aprender es un proceso que a nuestro cerebro
se le da estupendamente. Es lo que más le gusta al cerebro. Pero la neurociencia y todas las investigaciones recientes apuntan a que aprender y todo el proceso cognitivo
que se da con el aprendizaje, es un binomio donde la cognición
y la emoción van juntas. Es una moneda de dos caras.
No van separadas. Antes no. Cuando no se conocía bien
el funcionamiento del cerebro, cuando la neurociencia
no estaba tan avanzada, se pensaba que aprender
era un fenómeno solamente cognitivo. Que era responsabilidad
de nuestro cerebro nuevo, de nuestra corteza cerebral. Hoy se sabe que no. Que las emociones influyen en el que aprende y en el que enseña, ojo, también. Por lo tanto, las emociones son
las guardianas del aprendizaje.

¿Por qué? Porque son las responsables
de la memoria. Lo que está claro
es que solo nos acordamos de lo que hemos aprendido con emoción. O lo que hemos vivido
en nuestra vida con alguna emoción. El cerebro nuestro es selectivo. Las emociones son
el pegamento de los recuerdos. Luego esos recuerdos pueden ser
más positivos o más negativos, pero, si alguna persona
no te ha dejado huella en tu vida, no te acuerdas de ella. No nos acordamos
de todos los profesores.

Solo nos acordamos de algunos. De los que nos han dejado
huella o cicatriz. Los que nos han propiciado emociones
que favorecen el aprendizaje o los que nos han provocado otras emociones
que limitan el aprendizaje. Hay unas emociones
que nos ayudan a aprender. La primera es la curiosidad, porque hace que el cerebro se expanda, preste atención. Y la curiosidad tiene que ir luego acompañada
del interés, que es la atención mantenida. Pero, la curiosidad,
cuando algo nos llama la atención, cuando algo nos interesa, casi aprendemos solos. Buscamos la información donde esté. La curiosidad,
pero luego la confianza en uno mismo. Si uno confía
en que tiene capacidad para aprender, va a aprender más.

Se va a poner retos mucho más complejos, Y, a medida
que va cumpliendo esos retos, su nivel de autoexigencia
va a ser mayor. Pero también la confianza en los demás. Por eso el aprendizaje cooperativo
es tan importante. Porque sé que trabajo en un equipo
donde todos los demás no son como yo. A cada uno se le dan bien
cosas diferentes. Pero que, entre todos,
como dicen los japoneses: "El equipo es más
que la suma de sus miembros". El producto que sale de un equipo no es la suma de uno
más uno más uno. No, no, no. Es más exponencialmente. Por lo tanto, la confianza
en los demás hace que yo sepa que,
si me equivoco, meto la pata o digo una respuesta incorrecta,
no se van a reír de mí.

Crear entornos seguros
de confianza en el aula se sabe que potencia el aprendizaje. Aparte de eso, se ha demostrado que la calma, la tranquilidad, también potencia el aprendizaje. Porque permite centrar la atención. Es decir, no hay miedo,
no hay nada que me perturbe, estoy centrada, tranquila. Por lo tanto, aprendo mejor. Presto más atención. Retengo en mi memoria mejor,
más cosas, Evidentemente, todo eso ayuda. Pero también hay emociones
que dificultan el aprendizaje. La primera, el miedo. La primera el miedo porque el miedo
bloquea el acceso a la memoria. Si un alumno ha estudiado mucho, yo qué sé, para un examen, como su nivel de ansiedad se dispare, es que se bloquea
y se puede quedar en blanco. Y es un drama porque,
el que no ha estudiado, que haga un mal examen
no es tanto drama. Porque si no ha estudiado,
pues tiene mucho en la memoria. Pero, habiendo estudiado,
que fracases es un problema. Entonces: el miedo,
la ansiedad y el estrés. Tenemos aulas estresadas, profesores estresados,
alumnos estresados… Bajo rendimiento. Automáticamente bajo rendimiento. Los problemas de ansiedad y de estrés
están disparando el fracaso escolar.

Porque entran en un bucle
de: "No sé, no puedo, no valgo, para qué me voy a esforzar".
Entonces… "Esto es imposible para mí". Pero, en cuanto la persona
ya entra en calma, porque no olvidemos que las emociones
son como vasos comunicantes, si aumenta la calma,
disminuye el estrés. Si aumenta la confianza,
disminuye el miedo. Entonces tenemos que generar emociones que favorezcan el aprendizaje. Otra de las emociones
que limita muchísimo el aprendizaje es el aburrimiento. Si yo desconecto, si lo que están contando,
por aquí me entra y por aquí me sale, el cerebro no se queda con nada
porque no presta atención. Pero si aumento la curiosidad,
disminuye el aburrimiento. Esto es así. Y otra emoción que, yo no es que diga
que perjudique el aprendizaje, sino que lo bloquea directamente, es la envidia. El aprendizaje competitivo. El estar pendiente
de lo que hacen los demás.

Porque te estás comparando
y eso te genera tal tensión, que es imposible que te relajes
y te centres en lo tuyo. Por lo tanto, lo importante es
que el profesorado comprenda esta relación entre estados emocionales
favorables al aprendizaje o estados emocionales desfavorables y sepan, y yo en los cursos
que doy a profesores se lo enseño, sepan cómo cambiar
un estado negativo por otro positivo. Entonces generar entornos de aula
emocionalmente saludables. ¿Para qué?
Para que ellos se sientan mejor. Para que den el resultado óptimo..