Nueve de cada diez niños
de entre uno y dos años tienen una vida sedentaria. El 84% de los menores de cinco años no hacen ni la actividad mínima
recomendada de una hora al día. Y eso repercute en el sueño,
en el nivel de actividad física, en el nivel de obesidad,
en la capacidad de concentración… No digo que la tecnología sea algo malo,
pero tiene que ocupar su lugar. No debe estar durante toda la infancia. Nos viene una generación de niños
que necesitan estímulos todo el rato: "Entretenme, dame algo constantemente". Pues no.
Sal, juega, abúrrete, sé creativo. Porque el aburrimiento
hace que encuentres soluciones, que se te ocurran ideas. ¿Y qué hacemos
con la tecnología educativa? Exacto.
Los padres me lo preguntan mucho.
Los diseñadores de tecnología
son muy listos. Como quieren que los niños la usen,
hacen aplicaciones educativas. Algunas son formidables, sin duda. Pero la mayoría de los niños
usan las tecnologías para videojuegos,
redes sociales, juegos digitales… Y eso no es tan beneficioso. Ahora hablo de este tema
con todas las familias que trato y todas me dicen lo mismo. No consiguen
quitar los videojuegos a sus hijos. Se pillan berrinches,
discuten y se acuestan tarde, por la mañana van directos
a la tablet nada más despertarse, no hacen los deberes… Yo doy la vuelta al asunto
y pregunto a los padres: "¿Tenéis dulces en casa?".
Me dicen que sí. Les pregunto cómo lo gestionan
y me dicen: "Bueno, tenemos reglas". Entonces les digo que apliquen
las reglas también a la tecnología.
La tecnología es como el azúcar:
está bien, pero sin pasarse. Por tanto, necesitamos acordar
un plan y ponerlo en papel. A los niños en la etapa de latencia,
entre 4 y 11 años, les ayuda que todo vaya por escrito. Que hagan una tabla y la coloreen.
Les encantan esas cosas. Que todos conozcan
las reglas y las cumplan. Los hijos crecen y llega un momento en el que quieren
tener su propio móvil. Y eso conlleva
que tengan acceso a las redes sociales. ¿Cuándo es el momento
para darles un móvil? ¿Cuándo es el momento correcto
para que accedan a las redes sociales? Exacto. Sé que las redes sociales
son importantes en la adolescencia, pero para los jóvenes en la latencia,
su vida social es la familia. Tienen que relacionarse
con personas cara a cara, hablar, aprender lenguaje corporal
y expresión facial. Y eso no se consigue con un móvil. Los niños entre 4 y 11 años
no necesitan las redes sociales.
Los adolescentes quizás sí. Los padres suelen dar un móvil
a sus hijos al empezar el instituto. Aquí es a los 11 años más o menos.
Me sigue pareciendo pronto. Si nos fijamos en las plataformas
como Snapchat, Facebook o Instagram, hay que tener 13 o 14 para usarlas. Esa norma de edad existe por algo. Con 13 o 14
ya tienen las habilidades necesarias para manejar las redes,
que no son para nada sencillas. Necesitan habilidades para gestionar
la dinámica de las redes sociales. No es como hablar en persona. Ahora estoy interpretando
su tono de voz y expresión facial y puedo sacar
mucha información de ahí, ¿verdad? Pero si en su lugar
lo estoy leyendo, la cosa cambia.
"¿Lo estás diciendo
de esta forma o de esta otra?". Y luego tengo que pensar cómo responder. Y todo eso es muy difícil.
Tengo que leer entre líneas. Y no solo eso. Si tú y yo hablamos y una se marcha,
fin de la conversación. Pero en las redes,
las conversaciones son eternas, se quedan registradas para siempre. Es un mundo totalmente nuevo, donde puedes mostrar
tu vida en fotografías, que se quedan ahí para siempre. A los padres
con hijos entre 4 y 11 años más o menos les recomiendo que se resistan. En la adolescencia la historia cambia,
pues usarán las redes sociales. En este caso, es importante
tener buena relación con tu hijo, para que te cuente lo que hace. Así acudirá a ti si tiene problemas
y te consultará, se abrirá. Pero a los padres nos cuesta. Queremos mandarles
y nos enfadamos si se portan mal. Pero necesitan
aprender y cometer errores, y también entender
que podemos ayudarlos.
Aunque el móvil sea de tu hijo e incluso si lo compró
con dinero de su cumpleaños o Navidad, tú sigues estando al mando
por ser el adulto. Y asegúrate de que ellos lo sepan. Y establece normas. Por ejemplo, si pueden usarlo
antes de ir al colegio, cuando vuelvan, durante cuánto tiempo,
o si pueden usarlo en su habitación. En mi casa hay una norma clave.
Si quieren usar los móviles, debe ser en el salón, donde los vea,
no en las habitaciones. Deja claro también
si pueden usarlo por la noche. Tener el móvil junto a la cama
es muy tentador. Mejor que lo dejen fuera. Yo puse otra norma que me encanta. Tenemos un cargador común.
Solo hay uno, todos usamos el mismo.
Y eso hace que vayamos con más calma,
pues nos toca esperar el turno. No les negamos la tecnología,
sino que la limitamos. Y es necesario todo el tiempo. Y los padres
también tenemos que cumplir las reglas. Si no permitimos móviles en la mesa,
el nuestro tampoco. Si no se responde al teléfono
cuando hablamos, yo hago lo mismo. Debemos ser ejemplo. Las normas
también se nos aplican a nosotros..